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Un niño encuentra un pingüino extraviado en la entrada de su casa. Al verlo solo y triste decide ayudarlo a encontrar el camino de regreso a su hogar. Tras mucho investigar, averigua que los pingüinos habitan en el Polo Sur y busca la forma de llevarlo allí. Durante el viaje descubre que la soledad no es lo mismo que la nostalgia del hogar.

Un día, en la escuela, Duncan encontró un montón de cartas para él. Eran sus crayones que, molestos por el trato que recibían, decidieron escribir cartas como ultimátum para Duncan. Crayón Beige está cansado de ser el segundón de Crayón Café; Crayón Negro quiere ser usado para algo más que los contornos; y el Naranja y el Amarillo ya no se hablan por que cada uno cree que es el verdadero color del sol. El pobre Duncan sólo quería que sus crayones fueran felices. ¿Qué podrá hacer para tenerlos de vuelta?

"Ella me llevaba en sus brazos, en su espalda,

Pero nunca fui con ella al borde del agua.

Yo le rogaba acompañarla,

Yo amaba tanto estas conchas del Poike que ella traía.

Hasta que un día ella cedió y nos fuimos juntos,

Yo estaba muy feliz de conocer estos lugares escondidos".

Del encuentro entre Céline Ripoll, cuenta cuentos francesa y Gustavo Borquez Paoa, pinto de Rapa Nui, nació este fresco de ensueño inspirado en un cuento tradicional de esta isla.

A través de este poema descubren la palabra benevolente de un niño con su madre para habar de la separación.

Este libro se completa con un breve documental y un cuaderno gráfico de bocetos preparatorios del artista.